Por: Luis Alejandro Tibaduisa
Virgilio Barco Isakson, primer director de Invest in Bogotá, recuerda cómo una idea se convirtió en una transformación para la ciudad.
En 2006, Bogotá atravesaba un momento clave de transformación. A pesar de los retos heredados por décadas de conflicto y percepción internacional negativa, comenzaba a abrirse camino una nueva narrativa: la de una ciudad con talento, creatividad, infraestructura y ganas de cambiar su destino.
En ese contexto nació Invest in Bogotá, una agencia creada para posicionar a la capital como un destino estratégico de inversión extranjera. Al frente de esta misión estuvo Virgilio Barco Isakson, economista y politólogo con formación internacional, quien se convirtió en el primer director ejecutivo de la entidad. Con visión estratégica, compromiso público y un profundo amor por la ciudad, lideró un equipo pionero que sentó las bases de una de las alianzas público-privadas más exitosas del país.
¿Qué emociones o recuerdos se le vienen a la mente al escuchar “Invest in Bogotá”, siendo su primer director?
Orgullo, por todo lo que la organización ha logrado; admiración, por la visión que tuvieron los dos socios fundadores: la Alcaldía y la Cámara de Comercio; y gratitud, por haber tenido la oportunidad de poner en marcha una organización que ha contribuido tanto a la ciudad.
¿Cómo era Bogotá en ese entonces y qué creía usted que debía mostrarle al mundo?
Bogotá siempre ha sido una ciudad altamente atractiva para la inversión: por su talento humano, por su infraestructura de calidad, por sus universidades sobresalientes, su ubicación estratégica y el tamaño de su mercado, entre muchas otras razones. Sin embargo, debido a años de noticias negativas sobre el país, la ciudad no figuraba en el radar de muchos inversionistas internacionales. Invest in Bogotá nació para cambiar esa percepción, con una estrategia clara: vender la ciudad de forma proactiva, enfocar los sectores con mayor potencial y atraer nuevos inversionistas para generar empleo y desarrollo.
¿Recuerda alguna reunión o visita de inversionistas que lo haya marcado profundamente? ¿Por qué?
Una de las primeras reuniones que tuvimos fue con un grupo de inversionistas interesados en construir dos hoteles Marriott en la ciudad. En esa época, Bogotá no contaba con un hotel de negocios de alta categoría. Les ayudamos a entender el mercado y los acompañamos en los trámites necesarios para construir el JW Marriott en la Calle 73 y el Marriott de la Avenida El Dorado. La llegada de estos inversionistas marcó un hito muy importante para la ciudad, posicionándola como un gran centro de negocios.
¿Cuál fue el mayor reto en esos primeros años y qué le dio fuerzas para enfrentarlo?
El mayor desafío fue convencer al mundo de que Bogotá sí era una ciudad para invertir. Nuestra estrategia, desarrollada con el apoyo del Banco Mundial, fue la venta proactiva. Viajábamos al exterior, participábamos en eventos especializados y programábamos reuniones uno a uno con inversionistas. Más de una vez nos dijeron: ‘¿Bogotá? ¿Están locos?’ Y se levantaban de la mesa. Pero fuimos persistentes. En los primeros tres años facilitamos 36 decisiones de inversión que representaron más de 197 millones de dólares para la ciudad.
¿Cómo soñaba en ese momento que se vería Bogotá 10 o 20 años después de haber fundado Invest in Bogotá? ¿Qué tanto de ese sueño se ha cumplido?
Soñábamos con una ciudad altamente dinámica. Una Bogotá donde hacer negocios fuera fácil, donde se generaran empleos de alta calidad para sus habitantes, con infraestructura de clase mundial y un profundo respeto por su entorno natural único.
En gran medida, siento que ese sueño se ha cumplido. Hoy Bogotá es una ciudad más abierta al mundo, con sectores estratégicos en crecimiento, una agenda internacional activa y una identidad cada vez más conectada con la innovación y la sostenibilidad.
Más allá de cifras y resultados, ¿qué lo hace sentir más orgulloso del trabajo que sembró con Invest in Bogotá?
Una de las cosas que más me enorgullece es el origen mismo de Invest in Bogotá: una iniciativa que fue resultado de una estrecha colaboración entre la Alcaldía Mayor y la Cámara de Comercio de Bogotá.
Fue, y sigue siendo, un ejemplo contundente de lo que puede lograr la cooperación público-privada cuando se tiene una visión compartida. Demostramos que es posible construir instituciones sólidas, técnicas y efectivas al servicio del desarrollo de la ciudad.
¿Qué personas fueron clave en ese proceso inicial y por qué?
Fueron muchas. En primer lugar, el entonces alcalde Luis Eduardo Garzón y la presidenta de la Cámara de Comercio de Bogotá, María Fernanda Campo. Ambos fueron los grandes impulsores del proyecto.
También fue fundamental el liderazgo de Carmenza Saldías, directora de Planeación Distrital en ese momento, y de Mónica de Greiff, secretaria de Desarrollo Económico, quienes creyeron desde el principio en la importancia de contar con una agencia de promoción de inversión para la ciudad.
Si pudiera enviarle un mensaje al equipo actual de Invest in Bogotá, ¿cuál sería?
Les diría: gracias. Gracias por todo lo que hacen, día a día, por Bogotá. Están generando oportunidades para miles de ciudadanos y ayudando a construir una ciudad más próspera e incluyente.
Este mensaje va para todo el equipo actual, pero también para quienes han sido parte de esta historia desde el inicio, incluidas aquellas primeras personas que me ayudaron a poner en marcha la agencia. Todos han dejado una huella.
¿Cómo le gustaría que se recordara esa primera etapa de Invest in Bogotá, y su papel en ella?
Fue un momento especial. Conformamos un equipo de profesionales altamente calificados y con muchas ganas de trabajar. Estuvimos varios meses organizando la casa, pero pronto nos lanzamos al agua: comenzamos a recibir inversionistas en nuestras oficinas y a tocar puertas en el exterior.
Teníamos una gran responsabilidad: mostrar resultados concretos en muy poco tiempo. Pero también contábamos con todos los recursos para lograrlo: el respaldo de la Alcaldía Mayor y de la Cámara de Comercio, así como el acompañamiento técnico del Banco Mundial.
Y lo logramos. Entre 2006 y 2009 facilitamos 36 decisiones de inversión que representaron más de 197 millones de dólares y generaron casi 5.000 empleos. Fue una etapa de sembrar, pero también de ver florecer.