Por: Diana Bustos y Alejandro Tibaduisa
Durante casi una década, Juan Gabriel Pérez lideró la dirección ejecutiva de Invest in Bogotá, desde 2013 hasta 2021. Su gestión fue clave para posicionar a Bogotá como un destino atractivo para la inversión extranjera directa, promoviendo sectores estratégicos como tecnología, servicios, infraestructura, salud y economía creativa. Además, impulsó una visión de ciudad-región innovadora, sostenible e inclusiva, articulando esfuerzos entre el sector público, el privado y la academia.
Hoy, como presidente de la Cámara Colombo Venezolana, vuelve a recordar cómo fueron esos años al frente de la mejor agencia de promoción de inversión de América Latina y reflexiona sobre lo que fue su paso por la entidad, en especial durante el mayor desafío de su gestión: la pandemia.
¿Cuál considera que fue su mayor logro al frente de Invest in Bogotá?
Consolidar un equipo técnico, comprometido y apasionado. Pasamos de atraer 20 proyectos de inversión extranjera al año a casi 50 en nuestro último período. Sectores como software, BPO, tecnología y servicios de valor agregado fueron fundamentales. También acompañamos grandes proyectos de ciudad como hospitales públicos y el Metro de Bogotá.
¿Qué desafíos enfrentó durante su gestión y cómo los convirtió en oportunidades?
La pandemia fue, sin duda, el mayor desafío. Tuvimos que reinventarnos: adaptamos nuestros servicios, priorizamos sectores estratégicos como BPO y buscamos proyectos de emprendimiento con impacto, como plataformas de telemedicina, logística digital y agroconectividad. Identificamos más de 100 iniciativas que acompañamos para atraer inversión y crecer.
¿Cómo acompañaron a las empresas extranjeras durante la emergencia?
Muchas nos llamaron sin saber si podrían seguir operando. Especialmente en BPO, donde el teletrabajo implicaba retos de seguridad. Coordinamos con el gobierno nacional y distrital para garantizar continuidad. Creamos protocolos, buscamos soluciones. Estábamos ahí, incluso en los momentos más inciertos.
¿Cómo fue liderar en medio de tanta incertidumbre?
Difícil. El trabajo remoto extendía las jornadas hasta las 10 u 11 de la noche. Pero el compromiso del equipo fue conmovedor. Lo más valioso fue ver cómo se sostenían entre ellos: con mística, profesionalismo y un profundo sentido de misión.

¿Qué valores marcaron el rumbo de la entidad en esa coyuntura?
El cuidado del equipo humano fue prioridad. También el sentido de propósito: sabíamos que desde nuestras casas podíamos generar valor para la ciudad. Cada oficial de inversión entendía su rol y su impacto. Había una conciencia profunda de lo que estaba en juego.
¿Cómo fue el proceso de reactivación en 2021?
Lento, al principio. Aún no había vacunas disponibles, pero no perdimos el foco. Nos reorganizamos, optimizamos recursos, cambiamos de oficina y seguimos adelante. Lo esencial era mantener vivas las oportunidades de inversión para el futuro post-pandemia.
¿Qué papel jugó el talento local en ese proceso?
Un papel protagónico. Bogotá tiene un capital humano valioso, con un ecosistema educativo sólido y fuerte presencia de industrias creativas. Siempre defendimos el talento como argumento clave ante inversionistas. Impulsamos el ecosistema de innovación, desde el anillo tecnológico hasta el hub en Corferias.
¿Cómo fue la articulación con el sector público y privado?
Fundamental. Con ProColombia hicimos campañas conjuntas en Europa, EE. UU., América Latina y Asia. Cambiamos la lógica: pasamos de actuar de manera aislada a trabajar como bloque. También fortalecimos los lazos con Asia: la Cámara Colombo-China pasó de 30 a más de 120 empresas.
¿Por qué Asia fue tan estratégica en su gestión?
Porque ahí están la innovación, las patentes, el crecimiento. Propuse pasar de un viaje cada dos años a dos viajes por año a países como China, Japón, Corea y Singapur. Hoy, muchas empresas asiáticas están en Bogotá. Ese puente debe seguir fortaleciéndose.
A propósito de China y el consorcio que está construyendo el Metro, ¿cómo fue posicionar ese megaproyecto a nivel internacional?
Primero trabajamos con la Alcaldía en los estudios técnicos. Luego, con la licitación en marcha, buscamos empresas en Europa, EE. UU. y especialmente Asia: Japón, Corea, China. Fue retador, ya que muchos estaban acostumbrados a acuerdos gobierno a gobierno. Pero tras un proceso riguroso y técnico, logramos que se presentaran al concurso. Fue un hito.
¿Cree que Bogotá ha sabido visibilizar sus fortalezas?
No siempre. Lo discutíamos mucho. Bogotá tiene más fortalezas que debilidades, pero a veces no sabe comunicarlas. Creamos propuestas de valor para sectores como el emprendimiento, y al compartirlas, descubrimos que estábamos mejor posicionados que muchas otras ciudades.
¿Recuerda alguna anécdota que lo haya marcado?
Cuando trajimos a Decathlon. Les mostramos el amanecer desde los cerros orientales y luego visitamos Compensar. Me dijeron que ni en universidades de EE. UU. habían visto instalaciones deportivas como esas. Hoy, esa marca tiene una sólida presencia en Colombia.
¿Qué consejo le daría hoy a quienes lideran la promoción de ciudad?
Que se lo crean. Bogotá es una ciudad con inmensos activos. Hay que conocerla, recorrerla y enamorarse de ella. Por eso impulsamos la marca ciudad. Queríamos que Bogotá dejara de ser “de nadie” para convertirse en orgullo de todos.
¿Y a los jóvenes que quieren transformar la ciudad?
Que tengan actitud. Las aptitudes se aprenden, pero la actitud se elige. Trabajo en equipo, humildad, dejar el ego de lado. En Invest lo veíamos con los practicantes: si uno da, también debe estar dispuesto a recibir. Todo es aprendizaje mutuo.
¿Cómo define su paso por Invest in Bogotá?
Una experiencia extraordinaria. Estuve ocho años porque me apasionaba lo que hacía. Formamos talento que hoy lidera otras organizaciones. Invertimos en las personas y eso se nota: a muchos de nuestros profesionales “nos los robaban”. Es el mejor indicador de que hicimos las cosas bien.
¿Qué significa Bogotá para usted?
Una ciudad completa: cultura, educación, deporte, innovación, oportunidades. No debe compararse con otras ciudades de Colombia, sino con São Paulo, Ciudad de México o Buenos Aires. Bogotá puede estar a ese nivel. Y más.
Por último, ¿cómo imagina Bogotá en 10 años?
Con una mejor movilidad gracias al Metro, más nodos urbanos bien planeados, más empleo formal, parques, servicios cercanos. El gran reto está en seguridad, movilidad y acceso a oportunidades. Pero si trabajamos en eso, Bogotá puede convertirse en una de las grandes capitales de América Latina.